En la revista QUO de éste mes (mayo), viene un artículo muy interesante que habla de lo que pasa con nuestras cuentas electrónicas al morir.
Por lo visto ya hay empresas que al morir uno se encarga de comunicarlo a quién tú hayas elegido, pero son de pago, en plan Funerarias cibernéticas o algo así. Curioso.
La otra opción es que tus familiares más cercanos se encarguen de avisar a tus amigos y contactos, pero, ¿y la clave de tus cuentas de correo y redes sociales? ¡Ahh!
Por lo que pone en
Yo no tengo problema, ya que todas, absolutamente todos los registros que he hecho por internet, ya sea de cuenta de correo, red social, el corte inglés, eBay, etc., las tengo apuntadas en una libretita y mi pareja sabe cuál es y dónde encontrarla.
Para gente más desconfiada o más celosa de su intimidad podría tener “esa libretita” escondida en algún sitio y poner la localización en el testamento, o algo así. O si eres de los que pasa de todo, no hacer nada y dejar que las cuentas se cancelen solas por no usarlas, y que la gente se entere por el método tradicional, aunque vivan en Hong Kong o EEUU.
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